sábado, 25 de abril de 2015

Deprimido.

El cielo despertó gris,
mi humor, despertó infeliz,
indiferencia se arrojó en mí.

Un muerto en vida
deambulando aquí,
viendo todo gris,
mi gesto serio pudriendo mi raíz,
mi escondrijo negro
es como mi arco iris si
todo lo que toco crece al fin.

Las plantas están pálidas como mi cara,
lívidos mis sentimientos esta mañana;
frío mi amor hacia los que me amparan
y cálido solo el querer ver la cama.

Miro al cielo y no se posan respuestas,
miro al suelo y regresan las encuestas,
la penumbra me llama
a que llore en su certeza.

La almohada se rie de mis penas,
al menos su silencio no es tan pesado
como el mío bajo el sol y las estrellas.

Corro, pago el costo
y me debato en pie
contra mí mismo, codo con codo
una y otra vez.

Me pongo el bozal
y me desprendo del estrés.
16 años, siento la vejez brutal
y sueños apagados que trazé.

¿Acaso la soledad se ve en mi cara?
¿Acaso invierno nieva en mi cara?
¿Se nota que estoy grácil y ojerozo?
¿Se me refleja que el mundo
me importa poco?
Yo pensaba que sí,
si, me descosí,
aunque los demás no detectan que ando flojo.

Porque

Nadie me saluda
ni me habla,
pues como no hablo creen
que no sé pronunciar palabras.

No salgo del lodo, me hundí del todo.
Mi rostro llorozo,
aburrido porque no encuentro trono
ni princesa que me saque de este foso.

Por favor, ayúdenme
a salir de aquí;
esta es una cárcel en la que entré
y yo no lo quize así.

En este momento se esfumó
la alegría y el amor;
el afecto y la pasión.
Diáfana mi mente aquí
sin pálpito mi corazón.
 
 

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