domingo, 14 de febrero de 2016

Nunca me sentí mejor.



Nunca me sentí mejor.
Ni cuando bebo café,
ni cuando estoy rezagado en mi lecho,
ni cuando el silencio domina en mi dominio.

Es que nunca me sentí mejor.
Ni cuando sueño con una fémina,                                           
ni cuando acaricio las sábanas
de la incomprensible diferencia
entre soledad y libertad.

Nunca me sentí mejor.
Ni cuando el techo guardaba
en su memoria
los minutos devorados por la lascivia
de este triturado poseedor de vida…
Aunque es una vida alquilada.

Pero te digo que, en verdad,
nunca me sentí mejor.
Ni cuando una chica
me salva, sin saberlo,
de mi melancolía.
Bueno, en eso último miento.
Al igual que, en un par de otros versos.