domingo, 10 de mayo de 2015

Ninfa.

Ingresaba en el bosque de amor,
ese en que tú reinabas,
yo perdido miraba alrededor
y tú sin ropa caminabas.

Ululabas con gracia,
con soltura levitabas,
por donde pasabas
al viento con tu fresco olor impregnabas.

Yo me encontraba sentado bajo aquel árbol
e intentaba retratarte como Picasso.
Observándote detenidamente,
perdiéndome en mi mente
disfrutaba de tu danza celeste.

Eres mi musa,
tu cintura despierta mi lujuria.
Bajo esta cúpula gris
y prado verde
quiero hacerte el amor eternamente.

Me extravío en el infinito de tu belleza,
esa que me enciende 
y de amor me llena,
esa que me enloquece
y de la furia me libera
y en su naturalidad me estremece.

Te observo danzando
sin preocupaciones a nada;
ni al amor y su flechazo
porque de Cupido eres su hada.

¿Cómo puedes representar lo sencillo
y a la vez lo enigmático
que escondes bajo tu silbido?
Aquí lo drástico
es la forma en que das vida
a todo lo que tocas.

Eres la ninfa de este vasto bosque,
la divinidad femenina de la belleza,
la cópula, y la razón en los que
dan amor alrededor porque
mientras se gasta más se absorbe.

Veo que comenzó a llover,
sólo alzas la mano,
muestras una sonrisa
y las nubes se abrieron sin poner por qués.

Tu cuerpo sólo está cubierto
por las puntas de tu cabello en tus pechos.
Tu contorno deja ipso facto
 a los pocos entrenados
en el arte del sexo.
Estoy escribiendo esto
con ganas de tocarte
y excavar en tus cimientos,
con ganas de frotarte,
con ganas de unirnos hasta que la tarde acabe.

     II 

Pobres y desdichados
los que no entran en tu mundo.
Que sólo se fija en estereotipos
y se olvidan de la naturalidad
de este mundo y su humo.

Como tú, ninfa esbelta de cuerpo,
de peregrina hermosura
y buenos sentimientos,
no hay igual.

Estás entrando a ese manantial
aquí apenas llega el murmurío de su cascada.
Uno de tus bellos pies entró en el agua
y ésta repentinamente hirvió;
sus burbujas bailan frenéticamente 
y tus pezones se levantan,
los tocas con gracia, de forma sensual.
Te gusta tocarte
porque sabes que te veo;
es tu fetiche; morbo parejo.
Me encanta cuando haces eso.

Tus nalgas son como caramelos,
me gustaría explorar ahí abajo
pero esperaré a que termines tu deseo.

Esa mano izquierda tuya
bajó todo lo que daba,
antes, la mojaste en tu boca
y ahora la introduces entre tus piernas.
Haces gestos divertidos,
de que disfrutas ese momento contigo,
el brillo de tu piel desnuda
aumentó veloz mi libido.

Mi grafía no es tan mágica
ni hermosa, como lo es presenciarte
jugando con tu cuerpo.

 Sigues ahí parada,
la brisa grácil, ondula tu cabello
de espaldas a mí.
Te inclinas para tocar el agua,
ahora mucho mejor pude vislumbrar tus nalgas
y lo que ellas esconden.

Quiero refugiar mi cara en tus senos,
oler toda tu figura,
adentrarme en tu cabellera,
atravesar tu templo
y claro
morir tratándote como una reina.

Te sientas dentro de su agua
cristalina y fresca.
Te bañas de forma erótica,
me provocas de todom menos,
salir de tu boca.

Estoy decidido a hacer que explotes en gemidos;
que grites tan fuerte de placer
que me estallen los oídos.
Incinerar el silencio soporífero
con tus aullidos y los míos.
Encontrar todos tus espacios escondidos.
Bucear en tus sueños
y que me eyacules tu fluído.

¡Oh, ninfa de incontables pretendientes,
de admiradores secretos,
de pensamientos puros, 
de perfume espléndido!.

Dime tú cómo puedes almacenar tanta ternura,
tanta calidez y frialdad en tu mirada.
Un rostro tan pasivo y lindo,
inocente y perdido.

¡Oh, ninfa, eres mi diosa,
mi dueña; soy tu esclavo.
Eres lo más divino del universo!

¡¡Eres la diosa y musa de mi vida!!.

Tanta tertulia y descripción sobre tí
puede hacerce interminable.

En otras palabras,
quiero darte tan fuerte, tanto
que haga que claves tus uñas
en mi espalda
y comerme tus gritos
besándonos calmadamente,
y adentro nuestras lenguas
dando vueltas como torbellinos
expresando vorazmente nuestro amor recíproco.

Ya no resisto;
cerré mi cuaderno en mi mano derecha,
abrí mis pensamientos y mente erótica,
la altura de mi libido toca el cielo,
me levanto del prado,
te miro bañándote como quien mira
las puestras del Paraíso,
y decidido, 
camino hacia el manantial, hacia tí
para hacer realidad todo lo escrito.


 

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