lunes, 12 de septiembre de 2016

No sé qué merezco.

Como en una noche todo se termina,
permíteme obedecer al claro;
que me susurra meserme en su agua
y alejarme de ti, porque
creo que eso es lo que quieres.  

¿Qué puedo hacer ahora
si ya no estoy contigo?
Si tu mirada me devora
y tus piernas me encantan.

Perezco en mi colcha
siempre que te recuerdo.
Siempre que deambulas muda
en mi mente, en cada noche
marcada como el maldito sol en el día pero
por el arrollador frío y mi llorar.

Soy el típico chico enclenque
que llora por mujeres.
Que se ahoga en el más ínfimo problema
y se arropa en melancolía
cuando la felicidad no se alegra,
ni aparece ni regresa.

No sé por qué me fui
si anhelaba esperarte para hablar contigo
pero es que me torturas sin saberlo,
que yo por ti me enredo; y no sé
si me quieres o sólo soy para ti un juego.

Te aprecio, pero, a veces haces, sin quererlo,
que yo me entristezca y no quiera saber
más de ti, ni de tus sueños ni de tu reflejo.

No tienes la culpa;
soy yo, que no sé qué merezco.

Eres una doncella en intelecto.
No cambies, te lo ruego.
Aunque pueda que yo me vaya
sé que tú seguirás siendo en todo momento
el más fuerte destello.