martes, 17 de febrero de 2015

La Envidia.

Antes que nada, escribí primeramente sobre este tema en mi cuaderno de religión, puesto que mi profesor -persona a la que respeto sinceramente, por como es, como es con los demás y por su manera de pensar- nos manda a leer ciertos capítulos de La Biblia para hacer una composición sobre lo que entendiste de lo leído y leerlo en clases. Entonces tocó leer el Génesis, capítulo 4. Al leerlo noté (gracias a la ayuda de mi madre, también, jijijiji) que se trata de este... sentimiento. Y nada, quiero compartilo aquí en mi blog, porque no pude leerlo o recitarlo en el salón, y al fin y al cabo, son mis  pensamientos y mi blog, así que daré inicio a mi composición, que, además es muy larga pero, motivadora. Además de eso, la composición (desde el cuaderno) la dividí en dos partes, y ésta es la primera. Por favor, prepara ese lindo culo y siéntate bien en la silla y busca algo de beber, pero sobre todo, quiero que te relajes y escapes leyendo esto.

La Envidia. 
En este capítulo se puede presenciar hasta qué punto puede llegar la envidia; hasta la demencia. La envidia no es más que tristeza, tristeza que se basa en el malestar que causa el bien de otro. La envidia es el regocijo que sientes cuando a otro que le iba bien, ahora le va mal.
La envidia es sinonimia de odio, antónimo de humildad. La envidia, el deseo desenfrenado por lo ajeno, no te deja sacar la casta que hay en tí, bueno, en realidad si; la casta de la crueldad que acecha en tí. 
Esa celda, esa celda que te convierte en presidiario entre sus rejas. ¿Por qué lo llaman afecto cuando quiere decir desprecio? ¿Por qué lo llaman alegría por el prójimo cuando es envidia oculta tras un envoltorio?. Aunque un momento. ¿No sería eso una falta de respeto? Una violación a las leyes morales que rigen a esta sociedad asfixiante.
Caín se dejó consumir por el odio, por la aversión, por la sensación engañosa de ser menos que su hermano ante los ojos de Dios. Se dejó caer en la espiral demencial que arrastra a los que tienen el corazón frío, los que sólo piensan egoístamente en ellos mismos.
Ese sentimiento, sí se le puede llamar así, es otorgado y controlado por Pandora, o Lucifer, para que me entiendan mejor ahora.
Pienso que, la envidia habita en el interior de todos; en lo más recóndito, en lo más oscuro. Y es como chispa que explota cuando le acercas un detonante. 
Hay que luchar contra esa fuerza demoledora que aplasta a los más propensos a babear la gloria. Cuando luchas y te esfuerzas por lo que quieres y te creces y piensas sólo en tu bienestar, sin ver a los demás, así te alejarás de ese rencor abstracto; y evitas que llegue a materializarse por completo. 
La palabra dicta que Caín fue maldecido por el crimen que había realizado. Maldición que se basaba en que nadie que lo encontrase podría asesinarlo, y sí alguien lo hacía sería castigado siete veces. Lo que me lleva a pensar que por tu rabia hacia al prójimo, tu condena será extensa y para nada efímera.
Ella vive dentro de tí, y no podrás matarla hasta que te aceptes, hasta que encuentres la paz, encuentres a Dios.



 



                                                                 

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