sábado, 29 de abril de 2017

Los Ojos De.



Me dá un mal augurio
Cuando los pétalos tocan el suelo
Y tu rostro desea acariciar el cielo
Con vidrios nublados en lugar de ojos.

Qué desamparo tan inoportuno
Se ha llevado, con su llegada, a la
Última hoja otoñal de unas alas.
Alas no mías –ojalá tuviera-; sino
De las más puras de mis creencias:
Todo a lo que me aferro… en lo que creo…
Amigos, amigas, ocio, disfrutes, familia;
Los tan afamados placeres de la vida…
¡A todo lo que siento que enardece a mi alma,
A todo lo que propicia furor a mi vida!

Pero esas palomas blancas han volado,
Esas palomas blancas me han dejado ya.
Tales ojos encapotados me observan
Tan pobres, tan dóciles… y tan callados.

Y verlos a ellos me enloquecen como me atraen.

Estoy de pie junto a ellos,
Lívido y petrificado;
Y el misterio me recorre,
La incertidumbre me come.
Pero mi amor por ellos no ha volado;
No, no se ha eclipsado;
Alto como atalaya.
Entre esta brega lucho
Y la certeza de sus
Marchar me tiene mudo.
Pero me dicen que es mejor vivir
Y reír; no importa lid.
Ni cuando la montaña
Se esconda bajo tierra,
Ni que la borrega luna
Abandone a las estrellas.

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