Nunca me sentí mejor.
Ni cuando bebo café,
ni cuando estoy
rezagado en mi lecho,
ni cuando el silencio
domina en mi dominio.
Es que nunca me sentí
mejor.
Ni cuando sueño con
una fémina,
ni cuando acaricio
las sábanas
de la incomprensible
diferencia
entre soledad y
libertad.
Nunca me sentí mejor.
Ni cuando el techo
guardaba
en su memoria
los minutos devorados
por la lascivia
de este triturado
poseedor de vida…
Aunque es una vida
alquilada.
Pero te digo que, en
verdad,
nunca me sentí mejor.
Ni cuando una chica
me salva, sin
saberlo,
de mi melancolía.
Bueno, en eso último
miento.
Al igual que, en un
par de otros versos.
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