sábado, 26 de diciembre de 2015

Lo que dije puede que vibre.



Olvida lo que te dije; la belleza se esconde en lo intangible y una vida se consume en una hora. Y ahora que todo flota, deja que el peso de tus ideas sean los que te mantengan en tierra.  No olvides tanto aquello que dijiste, porque fuiste, aquello que una vez dijiste y hoy ya no existe. Soy el perro muerto al que le regresa el olfato cada que una chica le regala una sonrisa.  Por favor, lléneme el vaso, amigo camarero, que tanta vagancia dejará que mi alma vuele por los cielos de mi siempre descontento. A esta edad no fumo ni bebo; más un vaso de nestea o  toddy siempre logra que mis sentidos se descontrolen permitiéndome llenar folios con amor al rocío y al otoño. Es tonto pero verídico. 

Es cuando lo noto; que desde los catorce quise madurar y jugar al hombrecito de intelecto. Ahora con diecisiete, con cuatro pelos en mis cachetes me di cuenta que llegar a adulto rápido no es de gente cuerda. Vivo entonces, como debo: Lleno de amores infelices por mis amigas y con el corazón alimentándose de soledad en cualquier momento.  Pido un deseo, suelto un respiro y pongo a bailar mis dedos.

Tantas formas de amor que existe; pero también sé que el amor casi siempre termina siendo triste. ¿Arriba quién duerme? ¿Abajo quien yace? Eleva una vela y deja que la esperma glorifique lo que ha tocado, que la luz de la llama hará que lo bendito se convierta en pecado.  No te abrazo porque te desconozco, te abrazo porque te adoro, sin embargo no abrazo a nadie porque la verdad es que no sé dar abrazos; más fácil me resulta saludar a todos con palabras y ademanes de manos. 

Abre la estrella más brillante, corre del desastre, hazle frente a la riqueza que te observa y dile que más valor tienen las ojeras por los desvelos con una damisela. El otoño y el invierno, mis amores verdaderos, sus hojas muertas y su aliento frívolo como gélido. El problema no son los fracasos acumulados, sino los dedos que te apuntan que no vieron todo lo bueno que hiciste, y ahora muérdelos que igual se irán cuando te levantes. 

Creí que podría escribirme algo bueno, pero sólo me quedo con mis pensamientos convertidos en juegos de artificio en las hojas. La cuestión es, que, esta noche, como en todas, he bebido lo que pienso y lo he vertido en mis escritos.

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