sábado, 12 de diciembre de 2015

Llegó la navidad.

I  

¡Oh!, llegó la navidad,
lo hizo sin avisar,
el tiempo corrió feroz
y aquí está.

Un año más.
Un año menos.
Pero al final
las luces de ese árbol
enajenan tu mentalidad.

Brillan y brillan,
parpadean o tintinean,
hermosa coreografía
de verdad ¡magistral

Bambalinas, rojas brillosas
como azucaradas manzanas;
bambalinas doradas y como también
con abundante escarchas. 

Bambalinas azul metálico
como pertenecientes a
algún castillo de hielo mágico.

Las hay de todos colores,
incandescentes, 
parecen caro cristal 
y, al igual que éste, 
frágiles al apretar.

Repletos adornos abrigan el árbol.
Ni hablemos del pesebre, de ese
consigues de distintas formas  y tamaño.

El de mi casa siempre ha sido,
aunque pequeño, gratificador
desfile de luces de colores
que hacen perder tu mirada.

Despampanante el brillar intenso
de las luces navideñas.


II

Comidas de olores exquisitos:
La hallaca con su guiso;
el pan de jamón con sus pasas
a todos produce del hambre,
su extravío.
Ensalada de gallina, sencillamente,
encantadora al paladar;
un sabor poco fugaz.
Y el pernil, si se sabe preparar
contiene un sabor de buen hablar.

Todos nos reunimos en la mesa;
hablamos, dialogamos, bromeamos,
resulta ser un lugar incómodo
para los menos locuaz y
para los que se dejaron abrigar
por la timidez y su espiral.

Después de la provechosa cena
reposa en la mesa el champán,
la sangría, el ponche de crema,
botellas de refresco,
botellas de cerveza (algunas
vacías, otras, llenas ajenas).

Desde afuera llegan los estruendos
de los juegos de artificio
y la inquietud de los padres
hacia los infantes,
pues, podrían resultar heridos.

Detonación tras detonación.
Un abrir de fuego pirotécnico que
podría acabar con
un cerrar de brillantes ojos.

Se espera paciente
hasta la hora concretada.
Suena la campana,
se abren los presentes;
felicidad reina incrustada
en las caras de los pequeños inocentes.

Llegó el momento anhelado:
¡El disfrutar de los juguetes!
el correr de un carro,
el hablar con una muñeca,
el avioncito sobrevolando,
el pasear en cochecito a
la “bebé” de ella.

Es curioso: los niños en el resto del año
son perversos, pero en navidad
te podrán parecer presidiarios
del buen comportamiento.

Llega la madrugada,
hora de retornar a casa.
La fría y nebulosa noche
ya parece pesada.

La energía de los pequeñines
se esfumó, hasta no quedar ni el humo
de su trepidante adiós.

Mañana será otro día,
otro día usado para estar en sosiego
relajado en cama disfrutando
de la tranquilidad y
su hermoso coqueteo.


III

La navidad es mágica. Es astral.
Vendrán tiempos duros pero,
en navidad nada debes permitir
que te pueda apresar.

Sólo sonríe mientras puedes vislumbrar
un decorado arbolito.
Navidad, tiempo de gracias, de dar,
y si tienes suerte, de recibir.

¡Maldición! Qué sublime es la navidad,
no sé por qué la adoro tanto,
me gusta todo cuando es navidad.
Nada te desagrada.
Quiero mucho más  a mis padres en navidad.
Quiero mucho más a la gente,
aunque claro, el resto del año,
no muchísimo la desagrade.

Leer un libro,
tomar una taza de café
y estar en navidad;
eso es un placer.

Espero permitirme quererla
hasta el fin de mis días,
hasta que mi epitafio se burle
sobre mi lívida vida.

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