jueves, 12 de marzo de 2015

Los dos. (La Cárcel).

    Me siento caído, depresivo... melancólico. Sé que pierdo mi tiempo siendo el chico que en público todo le da igual, que piensa de forma madura y critica lo superficial

    Lo normal es serlo; ser normal. Soy tranquilo y relajao, eso es habitual en mí. Tengo mi mente dividida en dos, y quién no; por un lado está Rubén: el afable, el tranquilo, el chico culto y tímido, el risueño, el cómico con humor negro o de sexualidad, dependiendo el momento. El lado amable, en otras palabras, el lado más común, mi lado blanco. Por el otro está Cerbero: el sarcástico, el arrecho, el malhumorado, el desobediente, el que odia a todo lo que respire y sienta afecto, al que le da náuseas ver a esnobs luciendo sus cortes de cabello. El que le importa una mierda la vida y sólo está feliz cuando está en soledad con la mirada perdida en el suelo. El sólo siente odio, odio por la existencia humana; ese es Cerbero: Mi lado oscuro, mi lado negro. Lo bueno es que Cerbero obedece a Rubén, pero hay veces que de verdad quiere salir y se me hace muy difícil poder atarlo, o si quiera, agarrarlo del collar.

En fin, hay momentos que todo parece que explotó. Que el hielo se derritió y formó un gran mar en mi interior, terminó por inundarlo todo, hasta mi uso de razón.

Qué triste saber que el amor se escapa si no lo mimas. Y si lo haces, igual puede irse, para poner a prueba tu consigna.  

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